HOY se presenta en la casa hermandad de la Hiniesta la segunda edición de un libro imprescindible para entender la Semana Santa del siglo XX: Las cofradías de Sevilla en la II República, de Juan Pedro Recio (Abec editores). La primera edición se presentó en la capilla de la Estrella, allá por el mes de noviembre, con la obra maestra del Alfarero —hay Vírgenes modeladas por Dios a través de los imagineros— vestida de un luto que hacía más intensa y más bella la luz que irradia desde el primer amanecer del mundo. Inciso: cuando escribe de la Estrella se le va la cabeza, ¡qué le vamos a hacer!
El libro de Juan Pedro Recio deberían leerlo los cofrades y los que no lo son, los capillitas y los que presumen de estar en contra de la Semana Santa. Con un rigor digno de encomio en estos tiempos de trincheras y banderías, Recio ahonda en los datos, rastrea los archivos y nos cuenta lo que sucedió en aquellos años de plomo. Sin revanchismos pero, ¡ojo!, sin miedo a la corrección política. Es curioso: los defensores de la media memoria histórica no permiten que se estudien estos hechos en los foros que dominan porque pervierten su visión maniquea y ventajista del pasado. Como si no hubieran sucedido nunca…
A la Virgen de la Hiniesta la quemaron dos veces aunque Azaña lo negara para que la cruda realidad no le estropeara la ficción de una República integradora. A la tercera no fue la vencida, sino la Vencedora de la intransigencia y de los odios polarizados. Hagamos memoria de verdad para no cometer los mismos errores. De aquellas cenizas renació esa Virgen blanquita que fascinaba a Juan Sierra. Así evocaba el poeta aquellos Domingos de Ramos en el barrio de San Julián: «El azul alto y sereno de Dios, seguía bogando sobre la muchedumbre. La Virgen de la Hiniesta tenía entonces en su cara una sorpresa dolorosa de trigo fino que jugaba con las laderas del aire...».
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